El ajedrez de la vida
Es la primera vez que me adentro en el escabroso terreno de la crítica de cine. Criticar es sencillo, hacer algo es difícil. Así que dejare la palabra crítica y la convertiré en comentario.
Como cinéfilo confeso y hasta a veces obsesivo que soy, una semana sin ver una película es para mí una semana perdida. Junto con mi pasión con el cine, de niño otra afición compartió mis tardes después del colegio: El ajedrez. Teniendo esto como base, se comprenderá mi interés por ver “Pawn Sacrifice” traducida por lo menos en España como “Jugada Maestra”, una película estadounidense del 2014 pero que llego un poco tarde a los cines (finales del 2015) y en algunos países creo aún no se ha estrenado. Para entender un poco el contexto, por unos segundos volveré a mi etapa escolar, cuando descubrí el ajedrez. Cuando después de las clases se había formado un pequeño club de ajedrez donde muchos nos reuníamos a mover aquellas fichas en aquella área dibujada con cuadrados. Y sentir, poco antes o después de cada movimiento, el pequeño ardor de impaciencia y nerviosismo o la angustia de ver que lo que habíamos pensado ya lo había pensado nuestro contrincante. Sentir orgullo cuando podíamos decir “Jaque mate” o pensar en que hemos fallado cuando la escuchamos decir. Desde aquellos días, para cualquier fanático o admirador de este maravilloso juego un nombre siempre resaltaba ante todos: Bobby Fischer. Aún recuerdo la primera vez que recree la famosa “partida del siglo” entre Bobby Fischer (de tan solo 13 años) y Donald Byrne. Si quieren ver algo verdaderamente sorprendente les recomiendo que vean o analicen esa partida siendo observadores de una de las jugadas más hermosas que ha dado este juego. Teniendo esto como base, volveré a la película. Edward Zwick (el director) nos presenta una puesta en escena sólida y sin sobresaltos. Recrea muy bien el ambiente general de los años sesenta y setenta. Quizás le falto un poco recrear no solo el ambiente sino el sentimiento generalizado de guerra fría que se vivía entonces. Pero es solo un deseo. Su dirección es buena llegando a maravillosa en la parte final ¿Se puede transmitir emoción, angustia, latido del corazón filmando una partida de ajedrez? Si, se puede. Los últimos minutos lo demuestran. Notable.
Considerando que la película trata sobre Bobby Fischer es obvio que el peso de la misma cae en su actor principal.
Tobey Maguire (mas que todo conocido por su papel de “Spiderman”) sorprende. Desde mi punto de vista no es un gran actor, pero saca hasta lo último de el en escenas muy buenas donde puede lucirse con todos los recursos que le permite el papel: el dolor intenso interno, la pérdida del sentido de la realidad, arranques de cólera y paranoia nos lo muestra de manera muy creíble. Un gran trabajo.
El guion no brinda muchas sorpresas (para alguien que conoce la historia, para quien no la conoce será lo contrario) pero nos deja seguir la historia con bastante ritmo, dándole al director la herramienta principal para que nos presente el duelo final con una emoción y tensión únicas considerando el juego que estaba narrando.
Pero más allá de la parte técnica, la película merece verse por otra razón principal: la película narra un historia que merece contarse.
La vida de Bobby Fischer es el ejemplo perfecto de la genialidad ligada a la locura. Del precio que se tiene a veces que pagar por ser el mejor. De lo paradójico que puede ser la vida dándonos todo de un lado pero quitándonos todo del otro. Bobby Fischer fue un genio en su arte, jugar ajedrez, llegando a tal nivel de perfección o genialidad que solo podía hacer eso y nada más. Era incapaz de sentir otra cosa y era incompatible con la vida social de un mundo cada vez más conectado. (Representado de manera especial en la última escena)
Represento como pocos la sinrazón de la guerra fría, fue usado por un país (Estados Unidos) justamente como un peón de ajedrez, terminando al final el mismo repudiándolo.
La película acaba cuando Bobby Fischer gana el campeonato mundial de ajedrez pero nos anima a investigar por nosotros que fue de aquel hombre y como murió. Tal como los antiguos mitos griegos nos enseñaban que para ser héroe había que sufrir, el mundo moderno no enseña de que para ser “héroe” en estos tiempos, debemos aceptar que seremos usados (ya sea por personas, empresas o gobiernos) para después ser echados cuando se deja de ser útil. La vida de Bobby Fischer es una tragedia, que merece ser llevada a la pantalla. Y el hecho de el mismo Maguire como productor apostara por esta obra aun sabiendo de que el éxito sería reducido merece rescatarse.
Últimamente hay pocas películas que vienen de Estados Unidos que merecen verse como obras de cine (desde el punto de vista cinematográfico) estando más preocupados por invadirnos con superhéroes y destrucciones masivas pero “Jugada Maestra” no es eso. Es una película pequeña, sólida que cuenta una gran historia de una manera que nos brindara el sentimiento de haber visto algo especial, algo que no se ve todos los días y de sentir, que quizás después de mucho tiempo valió la pena ir al cine no solo para ver carros destruyéndose o invasores de otra galaxia sino del conflicto humano y de la vida que se esconde en cada uno de nosotros. Seamos o no seamos admiradores de este juego, recomiendo verla.